PREGUNTAS FRECUENTES SOBRE BIODESCONTAMINACIÓN POR PERÓXIDO DE HIDRÓGENO

Depende de varias cosas… su tamaño, si hay muchos huecos o se trata de una zona cuadrada perfecta, si hay mucho material o mobiliario en su interior, etc. Lo que tarda más tiempo es la fase de aireación, mediante la cual la alta concentración de peróxido que se alanzó en el aire se tiene que catalizar hasta que desaparezca por completo. Esta aireación depende mucho de los materiales que hay en la zona y de los huecos de esta, cuanto más material, mobiliario y huecos… más se alarga esta fase y por tanto el tratamiento.  Un quirófano normal de unos 40-45 m2 suelen tardar entre 5 y 6 horas. Un box de UCI entre 3-4 horas y una habitación de aislamiento entre 4 y 5 horas.

Si. Si bien una vez finalizamos el tratamiento la zona es segura para su actividad, recomendamos no utilizarla hasta pasada una hora de climatización para asegurar unas 20 renovaciones del aire y recuperar las condiciones de confort ambiental exigidas por la norma UNE 171340.

Depende de cada caso. Las habitaciones suelen presentar buen aislamiento y es posible diseñar un servicio vigilando las zonas adyacentes. Es importante que los techos sean estancos y no comuniquen con otras habitaciones adyacentes.

Si. Es una práctica habitual en muchos centros que descontaminamos. Solo presenta la desventaja de ralentizar el tratamiento pues la fase de aireación será más larga al haber mucho material. En casos de quirófanos que fueron objeto de IAAS aconsejamos dejar el material habitual en él, pero no introducir material de otros quirófanos. Para descontaminaciones preventivas o rutinarias se hace habitualmente. En ocasiones, se concentra mucho material en algún almacén especial y se programa un tratamiento intenso para tratar ese material, no todos almacenes sirven, hay que estudiar el caso.

No. Tras los trabajos de biodescontaminación no debe limpiarse la zona pues no deja restos y se estaría perdiendo la condición de “esterilidad” que se deja al finalizar los tratamientos. Las zonas están listas para su uso tras finalizar los tratamientos.

Los equipos de aerosol o nebulización solo disponen de una garrafa de peróxido de baja concentración que pulverizan durante un tiempo determinado  al que sigue una fase de reposo. Estos equipos solo logran concentraciones de 20 ppm en el aire, frente a las 400-900 ppm de los equipos de vaporización. Los equipos de vapor alcanzan concentraciones más altas en el aire, por eso son más eficaces, y luego emplean más tiempo en retornar el aire a condiciones respirables, lo que lleva más tiempo que hacerlo cuando la concentración es de 20 ppm y en fase líquida como es el aerosol.

Ambos. El vapor (peróxido de hidrógeno en fase gaseosa) tiene su efecto biocida en al aire y los microorganismos que en él se encuentren en el momento del tratamiento y también tiene su efecto sobre las superficies de las zonas tratadas donde se deposita en forma de microcondensación. El peróxido en forma de aerosol (peróxido de hidrógeno en forma líquida) solo tiene su efecto en las superficies sobre las que se deposita por gravedad, de ahí la mayor efectividad de la forma de vapor.

El equipo de biodescontaminación por vapor es un equipo de alta tecnología muy complejo y dotado de sensores de concentración de peróxido, temperatura, humedad, volumen y peso que permiten la parametrización del ciclo de acuerdo con unas condiciones preexistentes de volumen y mobiliario. La tecnología es mucho más compleja y hace posible el registro e impresión posterior de todos los valores del ciclo, esta evidencia es la que hace posible la emisión del correspondiente informe de servicio biocida por parte del Técnico Responsable del Servicio. La potencia de la vaporización, junto con el empleo de peróxido al 35%, permite alcanzar valores de destrucción de microorganismos validables objetivamente mediante el uso de indicadores de proceso. Los equipos de vaporización solo admiten peróxido de hidrógeno dentro de su periodo de caducidad y perfectamente trazable para formar parte del informe de servicio. Es un equipo costoso y que está sujeto a mantenimientos y calibraciones anuales para garantizar la calidad del servicio.

En cambio, los equipos de aerosol o fumigación habitualmente sólo tienen un compresor de aire, que empuja el desinfectante  por una boquilla, y un temporizador, sin poder controlar la concentración que se debe alcanzar en la sala a descontaminar más allá de un cálculo teórico combinando tiempo de aerosolización y concentración de líquido en la garrafa. No ofrece resultados validables, ni conocer la concentración real alcanzada, ni se puede emitir informe de eficacia alguno.